Hola cariño que guapo esta en esta foto con los loros siempre te han gustado mucho los animales sobre todo los perro espero que en el azul estén contigo negrita y manchita los dos perros que ya partieron te quiero mi gordi
10 comentarios:
Anónimo
dijo...
Buenos dias chicos del azul que foto mas bonita con los loros y esos ojos tan grande que tienes Aday tranmite muchas cosas ahi mucha luz ,ya desde pequeño eras un niño muy guapo cariño
En el valle del silencio descansan mis muertos y con ellos la alegría de mi ser, reposa mi sonrisa en sus entrañas y mi dicha en sus ojos ya sin luz
Ellos se han marchado para siempre dejando la nostalgia de su ser, la memoria los recuerda noche y día y mi corazón los extraña con tristeza
¡Mis muertos no están muertos en mi alma!, ellos viven para siempre en mi existencia Esperare con paciencia mi partida para estrecharlos en mis brazos otra vez.
Estas pobres canciones que te consagro en mi mente han nacido por un milagro y soñar la pasión que le brindan tus ojos enardece mi ser y lo llena de arrojo
Tu serás la señal que me sirva de meta para hacer realidad una vida completa como luz celestial que retire , sublime , esta sombra voraz que me ahoga y oprime
Tu serás el volcán que destruya la calma anodina y vulgar que tapaba mi alma que me deje vibrar y me indique el esquema de la estrofa esencial de este corto poema
Tu serás el pilar que sustente mi vida, que me haga soñar que me dé la medida de la sombra del sol, de una línea infinita y de cuando parar si tu cuerpo me excita
Cuantas horas angustiado Añorando tu sonrisa Recordando tus abrazos O soñando tus caricias. Lo que fue sueño alcanzado Intensidad y delicia No es mas que frio pasado Al albur de mil desdichas
¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos? ¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias?
La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día. Apenas unos pasos separan a veces la tumba del abismo. El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba.
El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados. -Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.
Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño inútil. Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares. -Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan.
Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella». Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos: «¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestro hijo!». Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas. Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas. Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿Quién las oirá jamás? Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.
Los hijos que parten con la aurora, ¿lloran pensando en nosotros? ...¡No!, ¡escuchadme!; detrás del velo, los hijos sonríen. ¡Ya no tienen miedo, ya no sufren más! A las puertas del cielo dejaron sus lágrimas, las abandonaron en nuestras mejillas. Allá arriba, los hijos sólo saben reír. El reír de los que juegan con las estrellas, de los que juegan a trapecistas con el arco iris. No se llora cuando se juega en las dunas de las luces que ondean hasta el infinito, cuando se sabe que el infinito no desemboca en la nada, sino en otros horizontes, en otro azul, en otros cantos, en otros amores.
El tiempo de los ángeles es más corto que el de los hombres, porque los ángeles no tienen aquí su casa. Por eso son ellos viajeros de la aurora.
Cuando pases la frontera de las lágrimas y de la rebeldía, entrarás en la claridad que ese ángel te ha dejado y que tú sigues sin ver. Entonces crecerás hasta alcanzar la hora que te lleve a él.
¡Vuestros hijos son felices! Juegan a la rayuela en las calles del cielo, pero en su rayuela ya no hay infierno. ¡Son felices! Corren riendo por la movediza arena azul del firmamento. Su paso no es indeciso, ni dudoso su vuelo por encima de los rabiosos océanos, de los torrentes y volcanes, por encima del estuario del tiempo por donde van nuestros destinos.
Vuestros hijos os hablan. ¿No los oís? Ellos os dicen: «Si me amáis, no dudéis que sigo vivo. ¡Estoy vivo! ¿No sientes que mi mano acaricia tu rostro? ¿No sientes en tu pelo el aliento de mis besos? No hay ningún cariño inútil, ninguno de tus besos se ha perdido; yo los recojo. ...Ahora soy yo el que vela por ti: La vida es una cuna y somos nosotros, vuestros hijos del allá, los que nos inclinamos sobre vosotros. Cuando ya no te sientas angustiado, entonces por fin entenderás mi voz».
Los hijos que parten con la aurora no son hijos de la noche; están en el corazón del día. -Para nosotros, las estaciones desaparecen y creemos que nos arrastran hacia la tarde, hacia un horizonte de pobres esperanzas. No vamos hacia la tarde, sino hacia la aurora de nuestros hijos. Ellos nos esperan puesto que nunca nos dejaron. En la aurora de nuestros hijos está ya nuestra propia eternidad.
10 comentarios:
Buenos dias chicos del azul
que foto mas bonita con los loros
y esos ojos tan grande que tienes Aday tranmite muchas cosas ahi mucha luz ,ya desde pequeño eras un niño muy guapo cariño
volar alto chicos del azul
En el valle del silencio descansan mis muertos
y con ellos la alegría de mi ser,
reposa mi sonrisa en sus entrañas
y mi dicha en sus ojos ya sin luz
Ellos se han marchado para siempre
dejando la nostalgia de su ser,
la memoria los recuerda noche y día
y mi corazón los extraña con tristeza
¡Mis muertos no están muertos en mi alma!,
ellos viven para siempre en mi existencia
Esperare con paciencia mi partida
para estrecharlos en mis brazos otra vez.
Mirar al cielo sin tu presencia
rompe los ritmos de mi canción
y siento amargo que la experiencia
deja partido mi corazón
Decir te quiero con mas frecuencia
pongo a mi alma de condición ;
que sirva , espero , la penitencia
como reflejo de mi pasión
Te pido, por favor, cariño mío
que pongas tus caricias en el viento
y dejes que me llegue su rumor
Que quiero revivir cada momento
los besos que cual gotas de rocío
refrescan la memoria de tu amor
Mirar al cielo sin tu presencia
rompe los ritmos de mi canción
y siento amargo que la experiencia
deja partido mi corazón
Decir te quiero con mas frecuencia
pongo a mi alma de condición ;
que sirva , espero , la penitencia
como reflejo de mi pasión
Te pido, por favor, cariño mío
que pongas tus caricias en el viento
y dejes que me llegue su rumor
Que quiero revivir cada momento
los besos que cual gotas de rocío
refrescan la memoria de tu amor
Las tardes de agosto
me saben a sal
buscando tus besos
después de nadar
Cerrando los ojos
dispuesto a soñar
me llega tu rostro
mojado de mar
Suspiro muy hondo,
no quiero acabar
cuando tus abrazos
me hacen vibrar
Tu boca, tus manos ,
tus ojos, me dan
todos los regalos
que pueda esperar
Besarte los labios
me deja olvidar
instantes adversos
que puedan llegar
No quiero otro anhelo
que poderte amar
y tocar el cielo
que tu amor me da
Estas pobres canciones que te consagro
en mi mente han nacido por un milagro
y soñar la pasión que le brindan tus ojos
enardece mi ser y lo llena de arrojo
Tu serás la señal que me sirva de meta
para hacer realidad una vida completa
como luz celestial que retire , sublime ,
esta sombra voraz que me ahoga y oprime
Tu serás el volcán que destruya la calma
anodina y vulgar que tapaba mi alma
que me deje vibrar y me indique el esquema
de la estrofa esencial de este corto poema
Tu serás el pilar que sustente mi vida,
que me haga soñar que me dé la medida
de la sombra del sol, de una línea infinita
y de cuando parar si tu cuerpo me excita
Cuantas horas angustiado
Añorando tu sonrisa
Recordando tus abrazos
O soñando tus caricias.
Lo que fue sueño alcanzado
Intensidad y delicia
No es mas que frio pasado
Al albur de mil desdichas
Quiero gritar en silencio
por no ver tus sienes blancas
Ni tener entre mis dedos
tus cálidas manos flacas
Llorar sin ningún consuelo
aunque no sirva de nada
para quitarme este nudo
que me oprime la garganta
Quiero gritar en silencio
hasta desgarrar mi alma
y fundir el sentimiento
de la pena que me embarga.
Cerrar mis ojos cubiertos
por mil lágrimas amargas
y despertarme creyendo
que aun paseas por Gran Canaria
hola tio Aday te quiero soy Agoney
tu sobrino en la foto esta guai
tequieroooooooo
Los hijos que parten con la aurora, ¿adónde van?
¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos? ¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias?
La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día. Apenas unos pasos separan a veces la tumba del abismo. El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba.
El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados. -Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.
Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño inútil. Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares. -Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan.
Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella». Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos: «¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestro hijo!». Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas. Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas. Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿Quién las oirá jamás? Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.
Los hijos que parten con la aurora, ¿lloran pensando en nosotros? ...¡No!, ¡escuchadme!; detrás del velo, los hijos sonríen. ¡Ya no tienen miedo, ya no sufren más! A las puertas del cielo dejaron sus lágrimas, las abandonaron en nuestras mejillas. Allá arriba, los hijos sólo saben reír. El reír de los que juegan con las estrellas, de los que juegan a trapecistas con el arco iris. No se llora cuando se juega en las dunas de las luces que ondean hasta el infinito, cuando se sabe que el infinito no desemboca en la nada, sino en otros horizontes, en otro azul, en otros cantos, en otros amores.
El tiempo de los ángeles es más corto que el de los hombres, porque los ángeles no tienen aquí su casa. Por eso son ellos viajeros de la aurora.
Cuando pases la frontera de las lágrimas y de la rebeldía, entrarás en la claridad que ese ángel te ha dejado y que tú sigues sin ver. Entonces crecerás hasta alcanzar la hora que te lleve a él.
¡Vuestros hijos son felices! Juegan a la rayuela en las calles del cielo, pero en su rayuela ya no hay infierno. ¡Son felices! Corren riendo por la movediza arena azul del firmamento. Su paso no es indeciso, ni dudoso su vuelo por encima de los rabiosos océanos, de los torrentes y volcanes, por encima del estuario del tiempo por donde van nuestros destinos.
Vuestros hijos os hablan. ¿No los oís? Ellos os dicen: «Si me amáis, no dudéis que sigo vivo. ¡Estoy vivo! ¿No sientes que mi mano acaricia tu rostro? ¿No sientes en tu pelo el aliento de mis besos? No hay ningún cariño inútil, ninguno de tus besos se ha perdido; yo los recojo. ...Ahora soy yo el que vela por ti: La vida es una cuna y somos nosotros, vuestros hijos del allá, los que nos inclinamos sobre vosotros. Cuando ya no te sientas angustiado, entonces por fin entenderás mi voz».
Los hijos que parten con la aurora no son hijos de la noche; están en el corazón del día. -Para nosotros, las estaciones desaparecen y creemos que nos arrastran hacia la tarde, hacia un horizonte de pobres esperanzas. No vamos hacia la tarde, sino hacia la aurora de nuestros hijos. Ellos nos esperan puesto que nunca nos dejaron. En la aurora de nuestros hijos está ya nuestra propia eternidad.
Autor: Desconocido.
Creemos que puede ser Víctor Hugo
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